A cuentas de un informe de la Unesco vuelve a salir a la palestra Q, la voz sin género que se postula para sustituir a la pléyade de voces femeninas que nos asisten, pero que auna en su creación más buenas intenciones que resultados realmente globalizables.
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A mí me pareció un hombre joven. Por otro lado, creo que verlo como una especie de sirvienta o esclava está enfermo. Me imagino que se pone una mujer por lo mismo que se hace en los centros de llamadas, tiendas, y tantos otros lugares (como que las mujeres son más agradables o algo así). En fin…