El más reciente miembro de esta newsletter es músico, así que en honor a él vamos con un par de anécdotas musicales.
Händel y El Mesías
Messiah, a sacred oratorio o El Mesías, como lo conocemos en español, es sin duda el más popular de los oratorios de George Frideric Händel (1685-1759) y también uno de los más inusuales. El oratorio como forma musical en el Barroco viene a ser una suerte de ópera no representada, con su trama, sus personajes y en ocasiones hasta un narrador. Sin embargo El Mesías no cumple esas condiciones.
Al igual que en otras muchas obras, Händel aprovechó algunas composiciones anteriores para incorporarlas a este oratorio; este auto-plagio era frecuente en la época, un recurso que todos los compositores usaban. Aun así, la cantidad de música original compuesta por Händel para El Mesías fue ingente.
Händel recibió el libreto de Jennens, con quien ya había colaborado en otros oratorios, en algún momento del mes de julio de 1741, pero no comenzó a trabajar en su composición hasta el 22 de agosto. Terminó la primera parte el 28 de agosto (la que más música reutilizada tiene), la segunda parte el 6 de septiembre y la tercera parte el 12 de septiembre. Empleó 2 más en completar la instrumentación de algunas secciones. 24 días en total.
Se ha creado un mito acerca de estos 24 días. La leyenda dice que Händel compuso la obra en un tiempo brevísimo, presa de un arrebato de inspiración divina; que apenas comió y bebió en esos días, encerrado en su estudio; que cuando escribió el Hallelujah! tuvo una visión de la corte celestial ante él 😳 y que cuando terminó su magna obra, salió exhausto de su habitación y dio buena cuenta de un jamón 🤷🏻♂️
La realidad es que Händel no tardó ni más ni menos en escribir El Mesías de lo que solía en escribir una nueva ópera, en el lapso entre las temporadas operísticas. Estos crunch creativos eran además habituales entre los compositores del periodo. Sí es cierto que el manuscrito del El Mesías tiene por comparación menos errores, borrones y tachones que otros de similar longitud, pero no es menos cierto que, incluso tras dedicar dos días más para completar la partitura, existen muchas ausencias y omisiones en la misma, derivadas de las tradiciones instrumentales, algo así como «etc. etc. etc. ellos saben lo que tienen que hacer».
Lo del jamón sí me lo creo.
Haydn y La Creación
Durante el Barroco, los grupos instrumentales y vocales no eran muy numerosos, tal y como hoy en día vemos replicado en los grupos y orquestas que interpretan dichas obras con criterios historicistas. Fue a partir del Clasicismo (el siguiente periodo) cuando pensaron que era buena idea reducir el paro a base de contratar más instrumentistas y cantantes. Algún keynesiano, seguro.
Ya casi en 1800 era habitual en Inglaterra seguir escuchando obras del Barroco pero interpretadas por grupos mucho más numerosos. Y en esas andaba Joseph Haydn (1732-1809), escuchando oratorios de Händel interpretados por auténticas multitudes, cuando pensó: «Oye, yo también quiero componer oratorios». El empresario Johann Peter Salomon vio la oportunidad de hacer pasta y le entregó a Haydn un libreto sobre la creación del mundo que había sido rechazado en su momento por Händel. Haciéndola corta, el libreto pasó de mano en mano y sufrió 300mil retoques antes de que Haydn se pusiera manos a la obra para componer la música de lo que después conoceríamos como La Creación.
Una asociación de amantes de la música de Viena le pagó un pastizal a Haydn por los derechos del estreno, habiendo traducido previamente todo el libreto de su inglés original al alemán (qué podría salir mal).
El 30 de abril de 1798 se produjo el estreno, que debía ser un concierto privado para los de la asociación, pero tal era la expectación sobre la nueva obra de Haydn que cientos de personas se congregaron en las calles adyacentes al palacio Schwarzenberg, aunque el aforo era limitado y la entrada sólo por invitación. La policía tuvo que intervenir para poner orden porque los fans enloquecidos de la música no son una cosa sólo de nuestros días 🤪
Y fue un éxito. La Creación se ofreció más de 40 veces en Viena durante la vida de Haydn siendo él mismo el director de muchas de esas interpretaciones. En 1800 se estrenó en Londres, en el Covent Garden, recuperando por primera vez su libreto original en inglés.
Cuenta la leyenda (aquí vamos) que la última representación de La Creación a la que Haydn asistió antes de morir fue el 27 de marzo de 1808, en Viena. Haydn ya estaba en esos momentos muy enfermo y muy mayor, y como vuestra de reverencia a su persona, fue transportado en un gran sillón sobre mástiles cruzados a hombros de varios hombres, como si fuera la Virgen del Rocío. Tras la procesión de entrada en loor de multitudes, se depositó el sillón y al compositor en un lugar preminente y comenzó la obra. La Creación comienza, tras una sinfonía inicial, con un solista cantando las primeras frases del Génesis, tarea en la que es acompañado por el coro, que, casi con susurros, termina su sección diciendo «Y Dios dijo: hágase la luz. Y la luz se hizo». Y en ese momento, la orquesta prorrumpe en un riff enérgico y glorioso. Llegados a ese punto, aquel día en Viena el público rompió en un entusiasta y espontáneo aplauso dirigido a Haydn quien, con su mano débil y huesuda apuntó al cielo diciendo: «No de mí, todo viene de allí, del cielo». Modesto Haydn.
Vaya tela
Como católico, asumo y creo que los compositores de música sacra son inspirados en muchas ocasiones por Dios, pero seguramente de una forma más sutil a como nos lo representan las leyendas 😉, no directamente, sino a través de esa creencia que anida en nuestro corazón, al igual que yo me puedo sentir inspirado por Dios para ser una buena persona, un buen padre, un buen marido o un buen escritor de newsletters.
Eso me recuerda a una joven a la que conocí un verano en un curso de música. Al verano siguiente volvimos a coincidir en el mismo curso pero ya no teníamos trato; aun así supe que contaba sin timidez cómo Mozart se le había aparecido y le había dictado varias óperas.
Tengo un amigo, no muy católico precisamente, pero que dice ve a Dios cuando escucha la música de Bach. Él es más del barroco.