Después de más de una década escuchando pódcast de la categporía «Misterio» en cultura y sociedad, ayer me desuscribí de los tres últimos que quedaban en mi podcatcher. No ha sido un problema de credibilidad científica (nunca la tuvieron, siempre fueron fábulas para mi a la hora de ir a dormir). Es por razones políticas. He llegado al límite de lo soportable en cuanto a los mensajes políticos de un determinado signo que entran por ese contenido, aparentemente fantástico e inofensivo. Hasta nunca.