Elon Musk acelera sin parar. Quizás sean sus problemas de salud y comportamiento, quizás sus intereses económicos, a lo mejor el nazi que respira dentro de esa piel. Simboliza una corriente que le trasciende y que se encuentra a lo largo del planeta, de la que él es un fantástico exponente. Quizás el primero de uno de esos millonarios que, al estilo del magnate de Altered Carbon, llegarán a vivir cientos de años haciéndose cada vez más ricos y más poderosos.