Un episodio que funciona como engranaje narrativo: coloca a todos los personajes en sus sitios, alinea los planetas (y los asientos del vuelo) y nos prepara para el gran regreso a la isla.
Objetivo: volver a la isla
Todo comienza en Los Ángeles, en el sótano de una iglesia donde Eloise Hawking saca a relucir péndulos, mapas y cálculos seudocientíficos para determinar dónde estará la isla en 36 horas. ¿La clave? Un vuelo de Ajira Airways con destino a Guam, que pasará justo por ese punto.
¿Y cómo se llega? Pues, según Eloise, recreando las condiciones del vuelo 815 lo más fielmente posible. ¿Por qué? No lo sabemos del todo, pero suena místico y complicado, así que todos asienten.
Jack acepta la misión, aunque con cara de “ya no tengo nada que perder”. Recibe una carta de Locke que le da pereza leer, y los zapatos de su padre, Christian, cortesía de su abuelo Ray, para ponérselos a Locke… que ahora será el cadáver oficial del vuelo. Vamos, que Locke hace de Christian y Jack hace de Jack. Literal.
Recados y reencuentros pre-vuelo
Ben desaparece misteriosamente tras decir que tiene que “cumplir una promesa”. Y cuando vuelve, lo hace ensangrentado, con cara de “me he pegado con un ejército, pero todo bien”. Mientras, Jack recoge el cadáver de Locke de una carnicería (sí, has leído bien) y le cambia los zapatos, porque si no, no sería un capítulo de Lost.
Kate reaparece en la cama de Jack sin dar explicaciones sobre Aaron y soltando un “nunca me vuelvas a preguntar por él”, y se besan. Todo muy romántico. Noche loca, desayunan juntos y ella se va a hacer un recado. Fin del momento reconexión.
El regreso: todos a bordo
En el aeropuerto se van sumando las piezas del puzle:
- Sun decide unirse en el último momento, convencida de que Jin puede estar vivo.
- Sayid aparece esposado y acompañado por una agente federal, haciendo el papel de “Kate en el 815”.
- Hurley compra todos los billetes restantes del vuelo para evitar que muera gente inocente. Porque es un amor.
- Y justo cuando están a punto de despegar… aparece Ben, haciendo de “Hurley tardío”. Clásico.
El vuelo despega. El capitán no es otro que Frank Lapidus, quien, al ver a medio Oceanic 815 a bordo, suelta un glorioso:
“No vamos a Guam, ¿verdad?”
Correcto, Frank. No vais a Guam.
La carta de Locke y la turbulencia final
Durante el vuelo, Jack por fin lee la carta de Locke. Solo contiene una frase:
“Jack, ojalá me hubieras creído.”
No hay tiempo para más. Se desata una turbulencia bestial, suena la luz blanca típica de los flashbacks temporales… y el avión desaparece. O aparece. Depende de dónde lo mires.
Conclusión: capítulo bisagra, pero con fuerza
“316” no es el episodio más explosivo, pero es esencial. Alinea a todos los personajes (bueno, casi todos), establece el nuevo punto de partida y nos recuerda que el destino, en Lost, es inevitable.
Sabíamos el punto A y el punto C, pero este capítulo nos da el punto B. Y lo hace con un vuelo que mezcla mística, drama, nostalgia y bastantes casualidades. ¿Era necesario tanto teatro para volver a la isla? Probablemente no. ¿Pero mola? Sí, mucho.