Hacía un año que había estallado la enésima guerra entre los imperios austríaco y otomano. Un ejército austríaco de 100 000 hombres se dirigía hacia la ciudad fronteriza de Karánsebes (la actual Rumanía) para acampar en vísperas de una invasión.
Los primeros en llegar fueron una vanguardia de caballería con la misión de explorar y limpiar el territorio de posibles enemigos, pero no encontraron un solo soldado turco. En su lugar apareció un grupo de gitanos que vendían aguardiente, así que los soldados les compraron unos cuantos barriles y empezaron a beber mientras llegaban los refuerzos.
Un tiempo después llegó un batallón de infantería, que solicitó su correspondiente trago de aguardiente. Sin embargo, los soldado (ya borrachos) se negaron a darles nada y construyeron barricadas en torno a los barriles de licor. Comenzó entonces una dura disputa entre los dos batallones que culminó con un disparo al aire.
Entonces todo se desmadró. Los rumanos creyeron que el disparo lo había hecho un francotirador enemigo y comenzaron a gritar. Los turcos!». Los húsares salieron corriendo. Los infantes se desbandaron. En un intento por imponer orden, los oficiales austríacos entraron en escena y comenzaron a gritar «Alto!». Sin embargo los soldados creyeron oír «¡Alá!», el grito de guerra de los otomanos, y el caos se multiplicó.
Coincidió entonces que llegaban otros grupos de tropas. No les entró la menor duda, debía ser un ataque de la caballería turca. Así que ordenó una carga, sable en mano, contra lo que creía era el enemigo.
Una presentación es en mucho de los casos un campo de batalla. El estratega, en este caso el presentador, mide bien los posibles riesgos e intenta conocer al enemigo. Por ejemplo, en el caso de presentaciones técnicas , nuestro enemigo (entre comillas) puede ser el aprobador o incluso el cliente del proyecto a presentar. Siempre evaluamos los riesgo de dentro a fuera o viceversa. Es decir, como será la reacción del cliente o como será la reacción de nuestro comité de valoración.
Pero se nos olvida la evaluación de los riesgo interno de la presentación.
Una de las razones para evaluar este tipo de riesgo, es hacer la valoración de quién pudiera salir perjudicado si el proyecto o incluso la venta saliera adelante. Imaginemos que ocurrirá en los siguientes fases del proyecto, si salimos con los objetivos cumplidos de esta presentación.
Pondré varios ejemplos:
Ejemplo 1/ si los objetivos de la presentación salen adelante, parte del equipo multiplicará su carga de trabajo pues tendrá que afrontar nuevas etapas y nuevos retos. Quizás haya parte del equipo que no le atraiga la nueva situación de trabajar más o diferente.
Ejemplo 2/ si los objetivos de la presentación salen adelante, nuevos equipos, hasta ahora inexistentes entrarán y retomarán parte del proyecto. Y es posible que no estén de acuerdo en la situación de la transferencia.
Ejemplo 3/ si los objetivos de la presentación salen adelante, algunos indicadores globales, de nuestros jefes or ejemplo, pueden quedar eclipsados. Quien sabe, igual les convendría alargar el proyecto o que en ese momento no se den los pasos que solicitamos en nuestra presentación.
Es por ello que el enemigo aparece dentro de casa.
Podemos sufrir preguntas desde dentro del seno del equipo o del entorno al mismo que puede representar la no consecución de los objetivos. Preguntas que muestran claras debilidades que de otra forma nunca saldrían a la luz. Fuego cruzado ! Fuego amigo!
Revisad los riesgos internos pues las consecuencias pueden ser fatales.
Al mismo tiempo, la carga de caballería fue vista desde otro punto por otro batallón.
Creyendo sin duda que eran los turcos, los artilleros abrieron fuego contra los jinetes.
Ya enloquecidos, los soldados se dispersaron en pequeñas bandas que disparaban a todo lo que se movía, creyendo que los turcos estaban por todas partes. Así se sucedieron las horas de batalla hasta que en un momento dado, todos decidieron que había llegado el momento de emprender la huída.
Aunque se han llegado a dar cifras de bajas mucho mayores, fuentes fiables las cifran entre 500 y 1200 entre muertos y heridos. Y la consecuencia directa fue la toma de la ciudad por los otomanos poco después.