Su matrimonio se había acabado, era madre soltera y le preocupaba cómo iba a alimentar a su hija Sobretodo porque no encontraba trabajo
Se fue a vivir a Edimburgo, al lado de su hermana. Aquella fue una mala época.
Vivía con una pensión de 70 libras que sólo le daba para un apartamento de una habitación. Dedicaba todo su tiempo a su hija y a su novela. La niña sólo se dormía en el carrito, así que la llevaba de paseo y en cuanto se dormía se metía en un café y seguía escribiendo y escribiendo. Tenía esperanzas en la literatura.
Consiguió un agente que empezó a enviar su manuscrito a todas las editoriales de Inglaterra pero tardó mucho en lograr que se lo compraran. Ella insistió e insistió y al final una editorial pequeña le dio 2.500 libras por su borrador.
Acababa de publicar su primera novela. En la primera edición solo se imprimieron apenas 1000 ejemplares y 500 de ellos fueron regalados a bibliotecas. Obviamente todavía no podía mantenerse de las ventas de su libro y volvió a trabajar como profesora. Quedaba mucho por hacer.
Durante los inicios como creador de presentaciones el mundo se te viene encima. Como todo en la vida, cuando comienzas algo nuevo y no tienes formación implica meter la pata y aprender de tus errores.
No debe ser ningún problema aceptar esta realidad: seamos honestos con nosotros y aceptemos que no lo hacemos bien. Ese es el primer paso para mejorar.
Y a partir de este punto solo quedan varias opciones:
La primera: aprende de los mejores. Tenemos material de sobra para observar presentaciones fantásticas con presentadores increíbles. Y no estoy hablando de oradores extraordinarios sino de crear mensajes relevantes para los demás. Para la oratoria ya hay otros podcast mejor dotados que este.
Observa cómo estructuran las presentaciones los demás y copia las técnicas que te parezcan más interesantes.
Segunda Opción: Huye de ser eterno supervisado. Es posible que por tu baja experiencia, tu jefe esté encima de tí para saber qué mensaje vas a transmitir y cuál no. Esto al principio es de mucha ayuda, porque sirve para reconocer tus propios errores pero a la larga, te convierte en un sobreprotegido e incluso coarta la posibilidad de encontrar nuevas vías de transmisión. Recoge la ayuda, pero no la hagas eterna. Salta del nido una vez que encuentres como imprimir tu sello en la presentación. Con ello evitarás realizar la presentación de otro, que es altamente frustrante en muchas ocasiones.
Y si, permítete el lujo de fallos en público. De los no-éxitos se aprende más.
Y por último: Una vez hayas encontrado tu estilo, depúralo e insiste e insiste. Uno de los puntos para que una presentación fluya es que el presentador esté muy a gusto con esta y eso solo se logra si la has creado desde los inicios y le has dado tu toque personal. Hay mucho ganado al respecto. A largo plazo, puedes observar cómo otros creadores de presentaciones reconocen tu estilo como propio y que toman tus iniciativa como patrón. Insiste.
En esos días en los que daba clase escribió el segundo libro de la saga, y poco después una editorial americana se interesó por los dos libros. Y entonces sí, entonces firmó un buen contrato y a partir de ese momento pudo dedicarse solo a ser escritora.
J.K. Rowling se hizo famosa en todo el mundo. Vendió los derechos de sus libros para que Harry Potter llegara a los cines y se convirtió en una de las escritoras más populares y más ricas del planeta. En 2001 se estrenó la película Harry Potter y la piedra filosofal. Era solo la primera de la serie porque la Warner, que había comprado los derechos, estaba decidida a convertirla en una saga rompe taquillas.
El universo que empezó creando en servilletas impactó en el mundo del cine.