El 2 de septiembre de 1956, se celebraba el GP de Italia de formula uno en Monza. En aquella época el glamour de las carreras era un poco menos lujoso que en la actualidad. La grasa, el ruido, la falta de medidas de seguridad era una tónica que no sorprendía a nadie.
Sin embargo estaba a punto de ocurrir un pequeño desenlace que si que sorprendería y todavía sigue sorprendiendo en nuestros días.
La carrera sucedía de una forma habitual, pero el uso de los neumáticos muy blandos por parte del gran campeón le iba a hacer que a mitad de carrera tuviera una degradación en el rendimiento de su monoplaza. Bajo esa situación, el campeón no podría acabar la carrera y disminuiría la posibilidad de revalidar su título.
Pero había una posibilidad adicional: el equipo podría ordenar a su compañero de equipo que entrase en boxes, se bajase de su auto y cediera el mismo al campeón. Pero claro, había un pequeño problema: el otro piloto. Era claro que si este dejaba su coche al gran campeón él tendría que renunciar a toda posibilidad de ganar esa carrera y sin duda tenía muchas posibilidades. Para más gravedad, este piloto corría en casa.
Así que se negó. Hizo caso omiso a las indicaciones del equipo y se negó
Pero no estaba todo perdido. Porque siempre hay alguien en el equipo cuando lo necesitas. En esa ocasión, el piloto Perter Collins realizaría un gesto hacia su compañero y campeón Juan Manuel Fangio que no olvidaría jamás.
En las presentaciones, como en las carreras, interesa tener un equipo.
Pero un equipo comprometido con el objetivo final de la presentación.
Quizás donde más relevancia lo he visto ha sido en las presentaciones técnicas.
Este tipo de presentaciones son muy abiertas: podemos entrar a detalles muy precisos o pueden abarcar un amplio rango de análisis y conclusiones.
Pero sobre todo, podemos abrir dudas que no nos podamos permitir.
Poe ello, el equipo trabajará en ofrecer el mensaje claro.
Siempre es conveniente tener un plan B, por si el transcurso de la presentación nos lleva por un camino diferente al planeado.
Un plan B, en una presentación, significa para mi 3 puntos:
- La primera, unos anexos que apoyen el mensaje fundamental. Por supuesto no podemos enseñar todos los datos, todos los trabajos realizados que soportan nuestro mensaje. Pero podemos tener un resumen de ellos en los anexos. Listos para enseñarlo en casos de dudas o profundidad de algunos de los temas.
- En segundo lugar, tener a un técnico presente con autoridad en la materia. Quizás nosotros, como gestores que somos, no somos expertos en nada. Es posible que en una presentación técnica, no seamos vistos como una voz relevante. Es por ello, que la persona más técnica deba estar presente para dar un golpe de autoridad sobre las dudas o preguntas.
- La tercera y muy interesante es un contra-plan de acción: esta quizás es la medida que menos he utilizado pero que en alguna ocasión me ha salvado del desastre absoluto. En caso de que tu plan de acción no sea aceptado, interesaría tener un contra-plan de acción, que otorgue ciertas concesiones por nuestra parte, pero salve parte del proyecto de la quema total. Este tipo de contra-planes son muy importantes cuando lo que nos jugamos son las continuidades de proyectos o incluso de perder clientes. Es por ello que sería muy recomendable tenerlo en situaciones de extrema gravedad. Usaremos este contra-plan cuando las situación tenga un no-retorno dentro de nuestra presentación.
- Pero a su vez es una carta muy arriesgada: si se adivina por parte del interlocutor que este plan estaba pensado de antemano, puede mostrar una debilidad del mensaje original. Y una falta de credibilidad por nuestra parte. Por ello, su presentación debe ser casual y a modo de propuesta proactiva, con mucha mano izquierda.
Lo que ocurrió en ese gran premio, lo describe perfectamente Fangio en sus declaraciones posteriores:
«Cuando Collins se detuvo en boxes, supo lo que me sucedía y me dio su coche espontáneamente delante de Sculatti, que estaba a mi lado.
Sin que nadie se lo indicara, al verme parado ahí, salió de su coche y me lo ofreció para que yo lo llevara hasta el final.
De la angustia, pasé a una emoción tan grande que lo abrace, lo bese y me metí en el coche».
Tras la carrera, Peter Collins declaró:
«Yo no podía ganar la carrera. Estaba prácticamente seguro de que eso era imposible.
Fangio, por otra parte, necesitaba sólo un punto para ganar el campeonato mundial.
Así que le di mi coche.
Lo importante, después de todo, es que fuera un hombre de mi equipo el que ganara el título».
Y no sirvió para mucho porque Fangio no sumó en ese campeonato, pero la suma global al equipo no podrá cuantificarse, ni mejorarse en la vida.