Los 3 hombres se movían con paso firme por Bremervorde, en la baja Sajonia Alemana.
En realidad no iban los 3 juntos, sino que dos de ellos parecían ir en avanzadilla mientras que el tercero les seguía.
El aspecto de todos ellos era cuando menos extraño. Los dos primeros vestían unos largos abrigos verdes y el tercer hombre, el que caminaba siempre unos pasos por detrás, tenía la cabeza recién rapada y usaba un parche en el ojo.
En esos días, donde la autoridad era el ejército ruso y británico, este tipo de personas pedía a gritos un control de identidad. Y así fue: un grupo de soldados, ex-prisioneros rusos en un campo alemán durante la segunda guerra mundial, dieron el alto a los 3 hombres.
No parecían nerviosos y desde el primer momento colaboraron en su identificación. Sacaron de sus bolsillos sus documentaciones y se las enseñaron a los soldados del control.
Varias cosas llamaron la atención en la revisión de la documentación:
- Todos los papeles estaban en perfecto estado, casi como recién salidos de la oficina oficial de documentación. En tiempos de guerra, no era muy usual ver esa cuidado en las cosas. Las prioridades eran otras.
- La documentación pertenecía a miembros de la policía militar secreta. En el documento había un sello oficial. L a inteligencia militar británica había visto el mismo sello y los detalles de la unidad utilizados por los miembros de las SS que habían estado tratando de huir. Y así se corrió la voz de que cualquier otra persona con esos detalles sería detenida.
Ante esa situación, los soldados levantaron la voz de alarma e informaron a sus superiores.
La orden de detención llegó muy poco después. Aunque en esos momentos no se sabía con detalle quiénes eran esos tres hombres. Simplemente, el mensaje que transmitía esa documentación y ese sello en concreto implicaba la reacción en el puesto de control.
Parece una obviedad pero a veces se nos olvida hacernos al menos una pregunta antes de comenzar a preparar una presentación:
- Qué mensaje queremos transmitir
En cuanto al mensaje a transmitir, normalmente es la unión de muchos mensajes individuales y debemos identificar todos ellos antes de comenzar.
Hay que ordenarlos en una secuencia apropiada para que el mensaje final tenga el sentido que hemos querido desde el principio.
Es como contar una historia, o lo que en inglés refino llaman el storytelling.
Justificar el mensaje individual es el objetivo de cada una de nuestras diapositivas. Por tanto debemos identificar y definir cada una de ellas para que encaje en nuestra historia.
Lo aconsejable podría ser incluir un mensaje personalizado para cada slide
Cómo debería ser el mensaje:
- lo reflejamos en una línea, máximo dos. Nada de escribir una tésis doctoral en los bajos de las diapositivas
- quizás resaltado en negrita, con un color visible pero no estridente. Debe dejar ver el resto de la diapositiva
- claro, definido y argumentado, sin ambigüedades. Cuidado con esos mensajes que se sostienen con pinzas. Antes no mostrar que dar pasos en falso.
- e importante, para el hilo de la presentación, será un mensaje básico para posteriores conclusiones.Nos dará pie a construir los siguientes paso de las historia
Otra reflexión: si no hay mensaje en una diapositiva, la diapositiva podría ser prescindible. Pensémoslo dos veces.
Por último, el ejercicio de los mensajes es muy útil para crear resúmenes ejecutivos: la colocación de todos los mensajes juntos conforman nuestra historia y colocados todos en una diapositiva final nos definen el resumen de la presentación.
El oficial al mando continuó con un interrogatorio rutinario. Pero no tuvo que esperar mucho para que la verdad saliese a la luz.
El hombre del parche en el ojo, se quitó su complemento y confesó su identidad. El hombre más buscado del ejército alemán, tras Adolf hitler por supuesto, estaba en ese control, detenido, por el detalle del sello oficial. Era Heinrich Himmler, ministro de Interior del Reich, jefe de la policía alemana y Gestapo.
Lo que vino tras su detención es muy conocido a la vez que triste.
Los soldados recibieron orden inmediata de una revisión médica del detenido, ya que había habido anteriormente casos de suicidios de en oficiales alemanes.
El doctor Wells llevó a cabo el examen médico de Himmler. El doctor intentó examinar la boca de Himmler, pero el prisionero se negó a abrirla y apartó la cabeza, el doctor Wells vio algo extraño entre sus molares e introdujo su mano en la boca intentando extraer el objeto.
Por supuesto Himmler no sentía que fuese la forma adecuada de tratar a un exministro y entonces mordió la mano del doctor y con ella una cápsula de cianuro. Cayó desplomado al suelo.
Un soldado británico recordaba: «Se oyó como el vidrio se quebraba entre sus dientes». Se trató inducirle el vómito con agua con cal, haciéndole un lavado gástrico pero todo fue inútil.
Himmler había muerto casi en el acto. Quince minutos después ya estaba muerto.