Sentados en una esquina del cuartel, recibieron la noticia de acudir frente al mando mayor.
Ninguno sabía con certeza a qué debían acudir, pero todo los intuían.
Les iban a plantear una misión, pero en realidad les iban a colocar en la decisión más dura de su vida: vivir o morir.
El planteamiento fue muy claro a la vez que corto. La banda naval norte americana debía sufrir la mayor represalia de lo que se llevaba en la Segunda Guerra Mundial. El ejército japonés planeaba de nuevo un ataque masivo, incluyendo a pilotos kamikaze.
Aquella tarde solicitaron el reclutamiento de voluntarios kamikazes entre el grupo de pilotos de su destacamento..
Sabían perfectamente que si aceptaban, nunca jamás volverían con vida. Pero por contrario, la gloria les esperaba. La propaganda proclamaba que los kamikaze eran héroes: recibirían una «promoción», sus familias obtendrían una pensión más grande después de su muerte. Serían dioses. Sus almas vivirían en el santuario Yasukuni de Tokio, donde el emperador los adoraría.
También se dieron cuenta de que aquellos que no se presentaran podrían ser «enviados al frente de la batalla más severo donde encontrarían de todos modos una muerte segura».
Les dieron un día completo para tomar .. la decisión.
Una de las presentaciones más habituales que tenemos que realizar es la del planteamiento de decisiones.
Simplificando mucho, existen dos tipos de decisiones:
- La primera es la que podría realizar perfectamente un mono. Es decir, existen varias opciones encima de la mesa pero una de ellas es la que menos riesgos técnicos tienes y más beneficios económicos. En este tipo de presentaciones, no se prevén grandes problemas y suelen ser un desfile militar. Se presentan los datos de forma aséptica, se formaliza la decisión y se anota en acta. Y a otra cosa mariposa.
- El problema radica en la segunda de las presentaciones: no existe una opción clara. Los riesgos técnicos son muy altos en las opciones más beneficiosas económicamente o al revés. O mucho peor, aquella en la que todas las opciones técnicas poseen un riesgo similar (y normalmente alto). Es en esta última donde van a venir los problemas.
He experimentado dos formas de enfrentarse a esta presentaciones:
- Colocamos las opciones encima de la mesa, y esperamos a que nuestra audiencia, que es normalmente de un grado superior, decida con los datos expuestos
- O bien, describimos los riesgos existentes y dirigimos la decisión hacia la opción que nosotros pensamos que sería la más adecuada.
Y la pregunta que te surgirá en estos momentos es … ¿ y cual elijo?
De nuevo, no hay recetas mágicas. Pero he encontrado correlaciones claras entre la elección y el tipo de audiencia a la que me dirijo.
- Si conocemos de antemano, que nuestro foro es valiente (jefes con alta autoridad y criterio definido, que habitualmente dirige las equipo con mando), plantea las opciones. He de decir que este ha sido el menor de los casos.
- Si por lo contrario el foro es de mano blanda y que hay pocas oportunidades de sacar un valor añadido del mismo, decide de antemano la mejor opción e intenta continuar bajo esta premisa. A los jefes no les gusta tomar decisiones. Por supuesto esta opción tiene muchos matices.
Una de las cosas más útiles que podemos hacer, pero también agotadora, es hacer un punto previo con la persona clave, para que conozca con antelación las decisiones y el calado de las mismas. Una vez dentro de la presentación tendrás un punto de vista clave, ya conocido y podrás orientar la presentación de forma mucho más coherente con tus objetivos.
Desde 1942, diferentes opiniones dentro del ejército japonés, estaban en contra de las tácticas suicidas y trataron de prohibirlas internamente.
El vicealmirante Yokoi, exponía los motivos para oponerse, e iba más allá de la muerte de los pilotos. Sus razones eran:
- Era sumamente costoso adiestrar a un piloto para que él y su avión tan sólo hicieran un solo viaje.
- Los aviones por sí solos no tendrían una fuerza de impacto tal para destruir o dañar severamente un portaaviones, a menos que se estrellara contra la pista de aterrizaje cuando ésta tuviera muchos aviones enemigos.
- Era sumamente difícil analizar los resultados ya que el protagonista resultaría muerto de la acción.
El hecho es que innumerables soldados, marineros y pilotos estaban determinados a morir, a convertirse en Eirei.
Muchos japoneses sentían que ser consagrados tras su acción era un honor especial dado que el emperador los visitaba dos veces por año para pagar tributo.
La visita la realizaba en El Yasukuni era el único templo que deificaba hombres comunes.
Los publicistas también fomentaron la idea de que los pilotos suicidas eran consagrados al santuario Yasukuni y distribuyeron historias exageradas de su valentía, incluso distribuyendo cuentos para niños con pilotos suicidas como tema central.
Después de los mortales bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki (y la entrada de la Unión Soviética en la guerra, se llevaron a cabo una serie de reuniones en el alto mando para ofrecer la rendición incondicional de Japón. Algunos sugirieron la rendición desde el mismo día 9 de agosto, pero algunos mantuvieron que debía de hacerse un último esfuerzo para obtener condiciones más favorables, por lo que la declaración de rendición no se hizo pública hasta el día 15 de agosto.
En la madrugada de ese día las tropas japonesas tenían conocimiento que el Emperador daría un informe público y ya se anticipaba que se trataba del anuncio oficial de la rendición del país.
Sin embargo, el vicealmirante de la Matome Ugaki convocó once bombarderos para efectuar el último ataque suicida contra la flota enemiga. Cuatro de estos aviones no pudieron despegar, mientras que los otros siete se lanzaron al ataque. A las 19:24 del 15 de agosto de 1945 tuvo lugar la última de estas embestidas