El comandante Molas, subió a la barquilla el 15 de septiembre de 1928. Destino: superar el récord de altitud en globo, situado en los 13.000 m por un piloto americano.
Con el globo preparado e inflado con 2200 metros cúbicos, 300 kilogramos de lastre y enfundado con la escafandra, dio orden de soltar amarras. El globo se elevó lentamente y se le observó llegar sin problemas hasta 3000 metros de altitud, perdiéndose entonces el contacto visual. Al anochecer, el globo apareció desinflado en Yela, en la provincia de Albacete, con el comandante Molas muerto. Se demostró por la autopsia que había perdido la vida por asfixia. Solo alcanzó los 11.200 m.
Este hecho conmocionó a Emilio. Y a su vez le hizo ponerse en marcha para iniciar unos de los programas más ambiciosos de su carrera. Había que diseñar y construir un traje completo para permitir a los pilotos de globos aerostáticos sobrevivir a viajes de gran altitud.
En 1936 todo estaba listo. Emilio había dado con la clave para conquistar la estratosfera. Después de muchos cálculos logró inventar lo que él llamó la “escafandra astronáutica”. Era un traje espacial que contaba con todos los elementos que todavía hoy siguen incorporando estos trajes.
El traje constaba de tres capas que protegían al cuerpo de la bajada de temperaturas, pudiendo mantener la temperatura corporal incluso si en el exterior se alcanzaban los -80 ºC.
Pero todo quedó arrasado por el comienzo de la Guerra Civil ese mismo verano de 1936. Sus ideales republicanos le iban a obligar salir de España como exiliado y a paralizar algunos de sus programas más prometedores.
Dos décadas después, Emilio recibió una notificación de una agencia estatal americana: la NASA. . La carrera espacial iba a ser un hecho destacado en la segunda mitad del siglo XX. Habían utilizado sus estudios para la elaboración de trajes espaciales basados en aquellos trajes de estratosfera.
Pero todavía querían acceder a más talento y Emilio era el elegido. La NASA quería su colaboración para el programa lunar.
Emilio, republicano activista y posterior presidente de la república en el exilio, vió una oportunidad única: exigió, como moneda de cambio a su colaboración, poder colocar, en el momento del alunizaje, una bandera republicana en la luna. Junto la estadounidense, por supuesto,
Las exigencias e inclusos los abusos forman parte de nuestro día a día. Y las presentaciones no son una excepción.
Hemos trabajado mucho para preparar la presentación, recopilando los datos, que fueran coherentes, claros en la exposición. Hemos creado una historia definida y que tiene continuidad desde el principio hasta el final.
Pero apenas ha comenzado la reunión, uno de tus oyentes clave interrumpe, sin ninguna contemplación, la presentación.
Remarco en este punto que la interrupción ha sido sin ninguna contemplación. Es decir, no se ha solicitado un turno de palabra y no se ha pedido una pausa de forma educada para hacer un comentario. La interrupción se ha realizado por las bravas.
Este tipo de interrupciones tienen, entre otras muchas, las posibles intenciones:
1/ Puntualizar los datos que presentas, de una forma cuantitativa.
Es posible que lleve razón pero al no haber solicitado turno no tiene permiso para realizar ninguna puntualización. Debe dejarte continuar.
2/ Minusvalorar los datos que presentas con una crítica cualitativa.
De nuevo, globalmente puede que tenga razón, pero al no hablar con datos pierde cualquier interés para el resto de la audiencia. Y por supuesto, no ha pedido permiso para hablar. Debe dejarte continuar.
3/ Desvelar las conclusiones finales, bypaseando los argumentos fundamentales para obtenerlas.
Es de las peores posibilidades que me he encontrado. Es como desvelarte el final de la película. Sencillamente se ha ganado mi desprecio profesional y no tiene ningún derecho a saltarse todo el trabajo realizado para mantener a la audiencia al nivel de información que tú deseas. Por tanto, debe dejarte continuar.
4/ Desprestigiar tu labor en el contexto global.
Si cabe más ruin que la anterior posibilidad. No debe ser posible que lo realice y debe por tanto dejarte continuar
Como vemos, diferentes casos, pero la misma conclusión: debemos continuar con el plan establecido que no es otro más que continuar con nuestro guión de presentación.
Para evitar esta intromisión, la solución está clara: hay que evitar que la persona que interrumpe, no lo haga de forma efectiva. En otras palabras, hay que prohibirle esa intervención.
Con la educación que nos caracteriza, debemos quitarle el uso de la palabra y pedirle que haga sus remarcas al final de la sección o de la presentación.
Por supuesto esta persona insistirá e insistirá. Recordamos que ha decidido entrar en una presentación sin solicitar permiso. La única alternativa es seguir negando y negando esta posibilidad. Solicita que se te deje acabar tu exposición, donde es posible que encuentre las respuesta que solicita.
En mi experiencia, al final el presentador tiene un punto de potestad superior a esta persona que intenta arrasar como elefante en cacharrería, y consigue reconducir la presentación al guión inicial.
Los norteamericanos rechazaron, sin dudarlo, el trato propuesto por Emilio Herrera. En ese momento se vio coartada la carrera espacial de Emilio, ya que este se negó a continuar sin su propósito inicial
Aunque la aventura acabó aquí, Emilio obtuvo reconocimientos muy sonados: el astronauta Neil Armstrong entregó en su honor una de las rocas lunares a uno de sus colaboradores, Manuel Casajust, empleado en la NASA. La roca terminaría depositada durante muchos años en el Museo de Aeronáutica y Astronáutica de España, pero actualmente se encuentra desaparecida desde el año 2004.
Aunque la bandera republicana no llegara nunca a la luna, nadie imaginará nunca la satisfacción que produjo en Emilio contemplar esa posibilidad.