Los jugadores de la Selección Nacional de Australia salieron aquel día de 2001 exaltados a la cancha del International Sports Stadium, en Coffs Harbour.
Solo dos jornadas antes, en el mismo escenario, habían hecho historia con una increíble goleada de 22-0 ante Tonga.
Los jugadores suplentes de Australia esperaban con impaciencia la oportunidad de sumar minutos de juego, aunque ninguno de ellos podía imaginar lo que estaba por suceder.
De todos, el inexperto Archibald Gerald Thompson, un delantero neozelandés nacionalizado que jugaba apenas su tercer partido, sería el más sorprendido: 2 horas más tarde su nombre daba la vuelta al Mundo.
Su rival de turno sería Samoa Americana, un territorio no incorporado de los Estados Unidos de poco más de 60 mil habitantes.
Los samoanos no pudieron contar con 19 de sus 20 jugadores habituales, afectados por problemas con sus pasaportes, y ni siquiera pudieron acudir a sus chicos sub-20, pues la mayoría tenía exámenes en las fechas previas al partido.
Finalmente, futbolistas de edad juvenil, incluyendo a tres de solo 15 años, participaron en el encuentro que todavía consta en todos los libros de records.
Australia marcó el primero en el minuto 12.
A los 20 minutos de partido Samoa perdía 6-0.
Concluida la primera parte, Australia vencía por 16-0 y Thompson sumaba ocho goles.
Si hay algo que recuerdo con horror son las dos primeras presentaciones serias que tuve que realizar. Quizás hasta me hayan dejado incluso un pequeño trauma.
La primera de ellas fue en el ámbito formativo, en la Universidad.
A pesar de que el público era muy conocido, tus propios compañeros, la inexperiencia unido a la obligación de realizarla en inglés hizo que el resultado fuera desastroso.
Pero no desastroso por cómo y qué presentamos, sino por el feedback del profesor. Su crueldad en la crítica del trabajo fue brutal, despiadada y carente de toda sensibilidad humana. Esa crítica no fue nada personal, puesto que repitió los mismo calificativos y formas con el resto de todoos mis compañeros.
Y es que la filosofía de la crítica era ir a hacer daño para aprender. la típica metodología de la letra con sangre entra, pero en este caso provocando un daño psicológico más ue físico.
Supongo que la metodología habrá dado resultado en alguno de mis compañeros, pero en su mayoría fue un desastre. Demasiada responsabilidad inducida para una primera vez.
Todo lo contrario fue la segunda experiencia, esta vez en el ámbito profesional.
En este caso la necesidad de presentar fue inducida nuevamente, y también fue realizada en inglés, con las dificultades que ello implicaba. Sinceramente el resultado fue igual de malo que en la primera ocasión. Los fantasmas de aquella primera vez aparecieron pero esta vez multiplicadas por 100. Podía intuir el vendabal de críticas que iba a sufrir tras la presentación.
Pero la respuesta de mi responsable fue diametralmente opuesta a la que había sufrido la primera vez. En esta ocasión no se criticó ni la forma ni el contenido. Simplemente se agradeció mi esfuerzo. No hacía falta que nadie me dijera que había estado ni bien ni mal. la autocrítica era muy clara al respecto, había sido un desastre claro. Pero no estaba hundido.
El progreso y mejora se forjó desde esa primera presentación. Las mejoras fueron claras y evidentes en las siguientes presentaciones. Era mucho más fácil mejorar desde el suelo real que desde la profundidad de un pozo.
Si hoy volviera a emprezar con esta vivencia, no me dejaría tirar al pozo, como en la primera ocasión. Construiría desde el suelo, por mucho cemento que necesitara para la cimentación.
En la segunda mitad, Samoa aguantó el chaparrón por unos cinco minutos.
Pero el partido finalizó 32-0. 13 goles para Thompson
Pero el mundo no se acabó después del pitido final.
10 años después, el 22 de noviembre de 2011 fue un día especialísimo para los hombres Samoa.
Ante la asistencia de 150 hinchas, el peor equipo del mundo consiguió su primera victoria, 2-1 sobre Tonga.
La celebración, tan eufórica como si de la final de la Copa del Mundo se tratara, les permitió a los samoanos sacudirse una historia de catástrofes interminables dentro de la cancha que se habían acumulado hasta sumar números sencillamente alarmantes: más de 30 derrotas, con 12 goles a favor y 220 en contra.
Y aunque el camino posterior le deparó otro inédito resultado, un empate 1-1 ante Islas Cook, Samoa no pudo avanzar más allá de la primera ronda oceánica rumbo a Brasil 2014.
No obstante, algo cambió el día en que un equipo habituado a la humillación sumó su primer éxito. Desde entonces, los futbolistas samoanos han comenzado a olvidar aquella pesadilla vivida ante los australianos…