No quiero ser especialmente mordaz con mi propio género, pero hoy quería trasladar algo que me ha tocado contemplar varias veces a lo largo de mi vida y, posiblemente protagonizar. La manera tan complicada que tenemos los hombres de afrontar la tristeza o los reveses vitales. Encerrándonos en nosotros, salpicando a nuestras parejas y enturbiando el ecosistema de la pareja hasta límites insospechados. Las habilidades emocionales, que nacemos muy carentes y las ejercitamos poco.