Antonio Rentero

«Nada acaba nunca».

Es una de las frases recurrentes en el universo Watchmen y hoy es el día más indicado para enunciarla.

La primera temporada de la serie concluye dejando bastante atados casi todos los flecos, solventando la mayoría de las incógnitas pero sin embargo nos promete nuevas tramas más que interesantes para la inevitable próxima temporada.

Un episodio este que alcanza el clímax cuidadosamente planificado durante las ocho entregas previas y que sin alcanzar las cotas de revientacerebrismo de otros anteriores sí creo que deja satisfecho al espectador tanto por la certeza de lo presente como por la esperanza de lo venidero.

Y esto no es un adiós sino un hasta luego, puesto que en las próximas semanas espero poder ofreceros un especial tertulia sobre toda la temporada.

«En mi opinión la existencia de vida es un fenómeno altamente sobrevalorado».

Sólo alguien como el Dr. Manhattan podría expresar tanto desapego por lo que llega a lograr y olvidar en un frío rincón de nuestro sistema solar. Pero ¿acaso no olvidan siempre los dioses a sus criaturas?

Alguien capaz de experimentar el tiempo no de manera lineal como nosotros sino simultánea nos servirá hoy de guía para asistir al diálogo entre pasado y presente, a la interacción entre causa y consecuente.

Y la semana que viene, más.